Agencias, Ciudad de México.- Najiah Knight deja caer su cuerpo de 45 kilos sobre un toro de más de media tonelada que resopla, y ajusta sus cuerdas, calentando la resina pegajosa. La música suena en toda la arena, pero lo único que Najiah puede escuchar es a su padre, en el corral con ella, y a su mamá, quien la apoya desde las gradas. Ella asiente para indicar que está lista y un vaquero jala la puerta del corral.
La puerta se abre, y Najiah, una gladiadora de 17 años entra a un ring en el que mandan los hombres, comienza a bailar con el toro.
Najiah, una estudiante de secundaria en un pequeño pueblo de Oregon, está en una búsqueda de un año para convertirse en la primera mujer en competir en el máximo nivel del circuito Profesional Bull Riders (PBR). No puede integrarse hasta el próximo año, cuando cumpla 18, e incluso entonces tendrá que demostrar que es lo suficientemente buena para calificar.
La competencia es feroz: solamente unos 30 de los mejores jinetes de todo el mundo llegan a la cima. Requiere tiempo, viajar, dinero y, tal vez lo que más se necesita, agallas. El deporte es innegablemente peligroso, con los participantes frecuentemente lesionados e incluso muertos.
Nada de eso desconcierta a Najiah. Si hay una cualidad que no tiene, esa es el miedo.
“Desde que era una pequeña, de 3 años, le decía a mi papá que esto es lo que voy a hacer”, recuerda. “Seré jinete de toros. Voy a lograrlo. A medida que crecí, pensé: ‘Voy a estar en PBR, seré la primera niña’.
“Ese es mi por qué. Eso es lo que me mueve”, dijo Najiah, la única mujer que clasificó en la división de 16-18 años para la Final Mundial Juvenil de este mes en Las Vegas.
Ahí, con casco y protector bucal, hizo ajustes en el corral en la cuerda que rodea al toro. Echó sus caderas hacia el frente. Luego vino el visto bueno. En ese momento no hay emociones, solamente concentración.
“Tienes que estar concentrada, tienes que seguir al toro”, dijo Najiah. “Sólo estoy tratando de permanecer y esforzarme”.
En la monta de toros, los competidores intentan permanecer sobre el animal que se encabrita durante ocho segundos mientras mantienen una mano en el aire. Es violento y caótico. Los jinetes no pueden tocar al toro con su mano libre. Si alcanzan los ocho segundos, se puntúan tanto al toro como al jinete, siendo 100 la calificación más alta, aunque rara vez se otorga.
Como muchos de los adolescentes de ese día, Najiah cayó en sólo un par de segundos. Pero tendría otra oportunidad.
“NO DOMESTICAR ESE DESEO”
De vuelta en casa, Najiah es la típica adolescente por encima de la estrella del rodeo. Vive a las afueras de Arlington, un pueblo perdido de 628 habitantes que se encuentra a lo largo de la interestatal 84, que traviesa Oregon. Hay una estación de servicio de gasolina, una pequeña tienda de comestibles, una ferretería y un restaurante Big River Pizza & Grill, con el lema “Come, Bebe y Sonríe”.