Agencias, Ciudad de México.- Cuatro años de falsas afirmaciones por parte de Donald Trump acerca de que en 2020 se habrían robado las elecciones han despertado crecientes sospechas sobre las máquinas de votación entre los creyentes de las teorías conspirativas. Una de sus propuestas para solucionar eso es sustituir los tabuladores que cuentan cada voto por personas que lo hagan a mano.
Las polémicas en torno a este tema han estallado periódicamente en algunas zonas del país antes de las elecciones presidenciales de 2024, a pesar de que las investigaciones han demostrado que el recuento manual es más propenso a errores, más costoso y probablemente retrase los resultados.
Los pocos condados que han intentado esta colosal tarea han descubierto que el proceso requiere más tiempo, es más caro e impreciso de lo esperado.
En el condado texano de Gillespie, el recuento manual de las papeletas de las elecciones primarias republicanas de este año se alargó hasta altas horas de la madrugada, y duró casi 24 horas consecutivas en las que 200 personas contaron papeletas, según informaron el Texas Tribune y VoteBeat. El recuento manual costó a los contribuyentes aproximadamente el doble de los costes salariales de las primarias republicanas de 2020 e implicó la corrección de varios errores, de acuerdo con dichas organizaciones de noticias sin fines de lucro.
En el condado rural de Nye, en Nevada, donde los voluntarios se embarcaron en 2022 en un recuento manual completo sin precedentes de los votos de mitad de legislatura, los errores llevaron a un recuento tras otro. Tras el primer día de recuento, el secretario del condado, Mark Kampf, calculó que había una discrepancia de casi el 25% entre el recuento manual y el mecanizado, y lo atribuyó a error humano. La Corte Suprema del estado detuvo el laborioso y lento proceso por temor a que se filtrara públicamente el recuento del voto anticipado.
En Shasta, un condado rural conservador del norte de California, el año pasado se optó por abandonar el plan de recuento manual de papeletas después de que se estimara que costaría 1,6 millones de dólares y requeriría más de 1.200 empleados adicionales.
Sin embargo, algunos condados siguen pidiendo el recuento manual.
Recientemente, la junta electoral del estado de Georgia votó a favor de exigir a los trabajadores electorales que cuenten a mano el número de boletas de papel, pero no los votos, una vez finalizada la votación. El recuento tendría que ser realizado por tres trabajadores electorales distintos hasta que los tres recuentos coincidan.
La nueva norma va en contra del consejo del fiscal general del estado, del secretario de gobierno y de una asociación de funcionarios electorales del condado.
Un movimiento social de base
Los intentos de remplazar las máquinas de votación modernas por un recuento manual más laborioso y propenso a errores tienen sus raíces en un conjunto de teorías conspirativas sobre las máquinas de votación que han sido difundidas por Trump y sus aliados. Algunos republicanos, inspirados por las mentiras electorales que afirman que el fraude generalizado le costó la reelección a Trump en 2020, han presionado para que se cuenten las papeletas a mano y se prohíban los tabuladores electrónicos utilizados para escanear las papeletas y registrar los votos, a pesar de que no hay pruebas de fraude generalizado o irregularidades importantes.
“Este movimiento podría haber muerto si sólo hubiera sido un fogonazo de las elecciones de 2020”, dijo Charles Stewart, profesor de ciencias políticas del Instituto de Tecnología de Massachusetts. Pero los creyentes de las teorías conspirativas, como el negacionista electoral y fundador de MyPillow, Mike Lindell, han recorrido el país obrando “para crear un movimiento social de base en torno a este escepticismo”, dijo Stewart.
Aunque estas teorías conspirativas no son comunes en todo el país, se han arraigado con fuerza en algunas zonas, “principalmente en las partes más republicanas de los estados más republicanos”, indicó Stewart.
Problemas de rentabilidad, rapidez y precisión
El recuento manual de papeletas amenaza con retrasar los resultados por días, semanas o incluso meses, dependiendo de la jurisdicción y el personal. Cambiar las máquinas por el recuento manual no sólo sería más lento, sino que también aumentaría las posibilidades de error y fraude, según han demostrado las investigaciones.
En un estudio realizado en Nueva Hampshire, los trabajadores electorales que contaron las papeletas a mano se equivocaron en un 8%, comparados con un 0,5% de error en el recuento mecanizado.
“Los seres humanos somos muy malos para las cosas tediosas, y contar papeletas es una de las cosas más tediosas que podemos hacer”, observó Stewart. “Las computadoras son muy buenas en las cosas tediosas. Pueden contar muy rápido y con mucha precisión”.
Las boletas de papel ya se utilizan
Trump y otros republicanos han pedido que se utilicen boletas de papel en las elecciones de este año. De hecho, las boletas de papel o los registros de papel de cada voto ya se elaboran en casi todos los estados.
El Centro Brennan de la Universidad de Nueva York calcula que el 98% de todos los votos del país se emitirán en papel en las elecciones presidenciales de este año.
Las boletas de papel también se utilizan en las auditorías manuales posteriores a las elecciones para detectar posibles irregularidades en el escaneado y recuento de las papeletas y garantizar la exactitud de los resultados de las máquinas. Los funcionarios electorales también realizan pruebas de precisión en las máquinas antes de cada elección.
Susannah Goodman, directora de seguridad electoral de la organización de defensa de los derechos de los votantes Common Cause, dijo que informar a los votantes de las medidas de comprobación que ya se aplican puede ayudar a reducir el miedo y la desconfianza que están en el centro de los argumentos a favor del recuento manual de las papeletas.
“Si se muestra a los votantes el proceso y todos los pasos que se dan para garantizar que el resultado es correcto —no basta con decirlo, hay que mostrarlo—, su confianza aumentará”, aseguró.