Agencias, Ciudad de México.- Desde Nueva Prosperina, uno los sectores más peligrosos de Ecuador, situado en la ciudad portuaria de Guayaquil, un grupo de niñas competirán en el Mundial de Robótica tras haber diseñado y programado sus propios prototipos, un hito dentro de su convulso distrito, marcado por la violencia de las bandas del crimen organizado.
Cuando Valeria Sancán tenía 8 años vio cómo su hermano mayor, de 15, salía de Ecuador para representar al país en un Mundial de Robótica, y decidió que ella quería hacer lo mismo.
Siete años después dice que su vida ha cambiado y que ahora ya no quiere ser chef, sino que sueña con programar, hacer prototipos y seguir una carrera en el mundo de la informática y la robótica.
«Esto me parece increíble porque demuestra que podemos dar lo mejor de nosotras y que todos tenemos la capacidad de aprender y desenvolvernos como somos», dijo a EFE la menor.
Sancán es una de las tres niñas y adolescentes que, junto a otros tres chicos, viajará en noviembre a Turquía para participar en las Olimpiadas Mundiales de Robótica de la mano del programa Innova, de la organización Hogar de Cristo, que desde hace diez años trabaja en la reducción de la brecha digital en este sector del norte de Guayaquil.
«Me siento nerviosa y feliz porque nunca pensé que me elegirían para esto. Estoy orgullosa de mí», agregó la niña, quien trabaja en el perfeccionamiento del prototipo con el que esperan triunfar en el Mundial.
Su madre, Soledad Vera, no puede ocultar la felicidad y afirmó que ingresar a este programa le ayudó a mejorar su rendimiento escolar, pues ahora su hija «sobresale en sus clases», ya que tiene conocimientos para afrontar los últimos años del colegio, en donde eligió a la informática como especialidad.
Referentes para otras niñas
Andrea Quito es la menor del equipo, pero con 14 años ya sabe que no será doctora, como había deseado cuando era más pequeña, sino que se involucrará en la tecnología. «Me gustan este tipo de carreras, además que hay más oportunidades», señaló.
Dijo sentirse contenta porque puede ser una guía para otras niñas más pequeñas, «quienes no conocen nada sobre este tema». «Me hace sentir feliz porque les puedo dar consejos sobre cosas que ellas no sabían que podían lograr», mencionó.
Gandhy Sánchez, coordinador de Innova, explicó que es la primera vez que las adolescentes van a las competencias nacionales e internacionales en las que este equipo participa desde 2015.
En 2016 empezaron a recibir a las primeras menores, dentro de un piloto que buscaba impulsar el ingreso de las niñas en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, conocidas como STEM.
«Al principio había un porcentaje mayor de niños, pero la diferencia se ha ido reduciendo hasta llegar a un 55 % (de niños) y un 45 % (de niñas)», precisó. Actualmente en el programa participan 90 niñas y 124 niños.
«Lo que queremos es que ellas se enamoren del proceso y que tengan las mismas oportunidades de elegir qué es lo que desean ser en el futuro», destacó Sánchez.
«Al principio muchas quieren ser enfermeras, doctoras, profesoras y cuando terminan el ciclo (quieren seguir) ingeniería en mecatrónica, industrial… y por ahí tenemos alguien que quiere ser biomédica», agregó.
Vivir en el sector más violento de Guayaquil
Un estudio de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol) de Guayaquil señala que solo el 19 % de las mujeres ecuatorianas trabaja en las áreas de ingeniería, industria y construcción, mientras que un 38 % lo hace en ciencias naturales, matemáticas y estadísticas.
Unas cifras que disminuyen cuando se habla de mujeres que provienen de hogares de bajos ingresos, quienes tienen menos probabilidades de obtener un título en STEM, como es el caso de las que viven en Nueva Prosperina.
Además, en 2023, este sector cerró con una tasa de 114 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, uno de los índices más altos del planeta, y en lo que va del 2024, sigue a la cabeza de los sectores más violentos de Guayaquil, según datos del Municipio, en un contexto en el que cada vez más niños y niñas son reclutados por bandas del crimen organizado.
«Cuando hablamos de que el proyecto está trabajando acá, muchas personas lo ven como algo peligroso, pero Hogar de Cristo ofrece un espacio seguro y las comunidades y familias lo saben. Las niñas vienen y encuentran un espacio lúdico y sobre todo un espacio donde pueden aprender muchas habilidades», concluyó Sánchez.