Agencias, Ciudad de México.- El gobierno mexicano envió 25,000 soldados a Acapulco después que el centro turístico fuera azotado por el huracán Otis el 25 de octubre, pero aparentemente eso no ha detenido la violencia esta semana.
La principal cámara empresarial de Acapulco informó que las amenazas y ataques de grupos delictivos han provocado que alrededor del 90% de las camionetas de pasajeros de la ciudad dejen de operar, afectando el principal medio de transporte del balneario. La cámara señaló que la violencia obligó a los negocios a cerrar temprano el jueves y viernes.
Los grupos del crimen organizado cometen actos delictivos a plena luz del día, provocando que 90% del transporte público deje de ofrecer servicio, sostuvo Alejandro Martínez Sidney, presidente de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios Turísticos de Acapulco.
El problema continuó hasta el viernes y se vieron pocas camionetas tipo van o autobuses en las calles.
Martínez Sidney aparentemente se refería a los ataques a camionetas de pasajeros de propiedad y operación privada en los últimos días. Medios locales publicaron que al menos tres camionetas tipo van habían sido quemadas, una práctica que los grupos delictivos suelen utilizar para exigir pagos de protección diarios a los conductores.
El huracán de categoría 5 mató a 52 personas, dejó 32 desaparecidos y dañó gravemente casi todos los hoteles del centro vacacional.
El gobierno se ha comprometido a construir unas tres docenas de cuarteles para la Guardia Nacional cuasi militar en Acapulco. Pero incluso con los soldados en las calles, la violencia relacionada con el narcotráfico que ha asolado a Acapulco durante casi dos décadas parece haber continuado.
La economía de Acapulco depende casi por completo del turismo, y hay comparativamente pocos visitantes en la ciudad, en parte porque sólo se han reparado unas 4,500 habitaciones de hotel, una pequeña fracción de las decenas de miles que alguna vez tuvo la ciudad.