Agencias, Ciudad de México.- La compañía chilena de retail Mery fue obligada en 2018 a igualar el sueldo de una mujer trabajadora con sus compañeros, luego de que ella enfrentara una larga batalla judicial para demostrar que ganaba la mitad del salario de sus pares hombres y desempeñaba exactamente las mismas funciones. La sentencia es un hito en la región donde, cuatro años después, todavía la brecha salarial puede alcanzar hasta 20% de diferencia en promedio a favor de los varones.
En América Latina es México quien encabeza el ranking de discriminación contra la mujer: por cada 100 pesos de salario que recibe un hombre, ellas obtienen apenas 73, según un estudio que realizó recientemente la firma PwC. En la lista –de acuerdo a datos de la Cepal– le siguen Chile, Costa Rica y Colombia, entre los países que forman parte de Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
“No ha cambiado nada en los últimos años. La precarización del trabajo de las mujeres sigue igual”, advierte la diputada Susana Prieto Terrazas, abogada activista en el área de los derechos laborales. “Las mujeres para poder salir adelante, además de trabajar, tenemos que vender tamales, productos de belleza… hasta las nalgas. Es necesario conseguir una segunda fuente de ingreso”, dice.
Es que en América Latina 1 de cada 2 mujeres no logra entrar al mercado formal de trabajo, de acuerdo con datos de la Cepal divulgados en 2021. Y en el caso de México, un estudio del Foro Económico Mundial registró que 36,7% de quienes logran conseguir un empleo estable apenas gozan de un horario de medio tiempo.
“Hay brechas estructurales en el mundo del trabajo. No hay políticas de ingresos para dar oportunidades en sectores que son tradicionalmente masculinizados”, explica la abogada Inés González, vocera de la Red mexicana de Mujeres Sindicalistas. Según sus datos, la mayor parte del talento femenino consigue emplearse en el área de servicios, viendo obstáculos para formar parte de la industria automotriz, construcción, minera y aeronáutica. Cuatro sectores muy importantes para la economía de México.
Y si la situación ya era crítica, la crisis sanitaria por la Covid-19 la agudizó aún más. La Cepal ha advertido que las mujeres dedican más del triple del tiempo que los hombres a labores no remuneradas, y “ante el cierre de escuelas, el aumento de estándares de limpieza y de la demanda de cuidados de la salud, está desigual distribución sexual del trabajo se exacerba”.
Antes de la pandemia, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación había advertido que cada cinco días era despedida en México una mujer por estar embarazada. El organismo contabilizó más de 723 denuncias recibidas entre enero de 2011 y marzo de 2020, pese a que la Ley Federal del Trabajo prohíbe estas prácticas a las empresas.
“Una mujer no va a ir a una capacitación técnica fuera de su horario de trabajo si tiene que cuidar a su madre enferma. También, se ve obligada a pedir permisos cuando está trabajando. Todo esto, lejos de reconocerle su esfuerzo, se les castiga”, dice González. Advierte que la familia se sostiene por la labor que hacen las mujeres, y que –según sus propias estimaciones– 23% del PIB de México se nutre de ese oficio no remunerado alrededor del hogar.
La diputada Prieto va más allá. Estima que a las empresas les funciona contratar mujeres por su eficiencia, pero con un salario bajo. “Si tu precarizas el trabajo, las obligas a laborar tiempo extra. En cambio, si tú pagas bien, solo van a ir a trabajar en el horario normal. La brecha no tiene que ver con el género, tiene que ver con el dinero”.
Dinero es precisamente lo que le va a faltar a las mujeres cuando lleguen a edad de jubilarse. González alerta que al recibir un sueldo inferior al de los hombres, sus cotizaciones a la Seguridad Social también serán menores. Una consecuencia directa que se verá reflejada en el aporte que recibirán cuando se jubilen.
“Todavía nuestra sociedad se conserva muchos mitos de que las mujeres no pueden desarrollar todos los trabajos en el mundo laboral. Las nuevas tecnologías, los cambios en los modelos de producción, todas estas cosas han venido a desmitificar”, dice la vocera de la Red sindicalista. Falta, sin embargo, lograr mayor coerción legal, opina la diputada.
“Las leyes fallan en su aplicabilidad porque no se cumplen, hay que incorporar la coercitividad a la Ley Federal del Trabajo”, explica Prieto. Estima que, si hubiese disposición política, se podría lograr a través del Instituto de Seguridad Social que se controle que ninguna mujer reciba un salario por debajo de sus compañeros de labores.
Un informe del Banco Mundial divulgado a inicios de marzo explica que en América Latina “las mujeres acceden a menos de tres cuartas partes de los derechos legales que se otorgan a los hombres”. En la región, cuenta, solo dos países promulgaron en 2021 normas legales que beneficiaran a las mujeres: Argentina, que contabilizó explícitamente los períodos de ausencia por cuidado infantil en las prestaciones de jubilación; y Colombia, que introdujo la licencia parental remunerada.
En 2018 el Informe Global sobre la Brecha de Género, producido por el Foro Económico Mundial, advertía que al ritmo que iban los cambios en materia social, se necesitarían 200 años para borrar finalmente la brecha laboral de género. Un proceso que, si no se crea consciencia desde ahora, puede conseguir obstáculos incluso a lo interno del mundo femenino: “se necesita que las mujeres que lleguen a cargos de dirección, también esté comprometida con el cambio”, dice González.
Los triunfos de unas, serán la esperanza de otras. “Si las mujeres ven que otra ha llegado a esa posición, le motiva, le genera posibilidades”, estima la sindicalista. La esperanza rompe ese techo de cristal, no importa las piedras que vengan en el camino.