Agencias, Ciudad de México.- Científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) advierten que podría haber más fallas geológicas bajo la capital del país, Ciudad de México, además de las otras dos halladas a principios de año en ese mismo territorio y bautizadas como fallas de Mixcoac y Barranca del Muerto.
Según los expertos de la UNAM, la reciente alta actividad de «enjambres de microsismos» estaría relacionada con una red de fallas «principales» que los expertos aseguran se ubica bajo la capital mexicana.
«Debo enfatizar que los sismos de magnitudes menores que ocurren en la capital del país se deben a la activación no de una sola falla, sino de un sistema de fallas», sostiene Luis Quintanar Robles, investigador del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la UNAM, en referencia a los temblores que se sintieron a finales de septiembre.
Víctor Manuel Cruz Atienza, sismólogo de la UNAM, explicó a la agencia internacional de noticias Efe, que se le conoce como fallas principales a aquellas que presentan una longitud mayor a los 4 kilómetros.
En un estudio recientemente publicado en EarthArXiv , los expertos demostraron que las de Mixcoac y Barranca del Muerto emergen en la superficie y son visibles en las cañadas del mismo nombre en el oeste de la capital mexicana. Por esto mismo están estudiando las barrancas situadas más norte, las cuales, a juicio de Cruz Atienza, «podrían ser la expresión de otras fallas principales”.
En este lugar se sitúa parte de la Supervía Poniente que conecta, con grandes puentes y túneles, el barrio residencial de San Jerónimo y la zona financiera de rascacielos de Santa Fe, ambas zonas densamente pobladas.
«Estamos buscando más sismos lentos, como los de mayo y diciembre de 2023 en las fallas Barranca del Muerto y Mixcoac, quizás ocurridos en otras fallas más al norte y que estén relacionados con los microsismo recientes”, señaló el experto en sismología.
¿Qué tan peligrosas son las nuevas fallas?
El investigador titular del Instituto de Ingeniería de la UNAM, Eduardo Reinoso Angulo, sostuvo que estos microsismos producen «daños al suelo que no ponen en peligro los edificios”. Sin embargo, sí puede haber un riesgo si estos fenómenos superan la magnitud 4,5, advirtió.
Estos «sismos locales” son capaces de provocar «deslizamientos en las montañas”, como la zona de Ajusco, o del Periférico hacia al sur y poniente de la ciudad de México, que son consideradas las zonas habitadas más vulnerables de CDMX ante estos microsismos.
«No debemos cometer el error previo a 1985 y subestimar el potencial sísmico de estas fallas superficiales”, advirtió Cruz Atienza, ya que los temblores con epicentro en la capital están apenas a 1 km de la superficie.
Actividad humana
Los científicos apuntan a que la actividad humana podría estar tras esta nueva situación geofísica, como la demanda de agua de la ciudad. La sequía reciente supuso una sobreexplotación de los mantos acuíferos, «un abatimiento de agua subterránea” que pudo tener implicaciones en la ocurrencia de los sismos lentos de mayo y diciembre, coincidieron Cruz Atienza y Reinoso Angulo.
Igualmente, las fuertes lluvias de las últimas semanas habrían podido detonar sismos lentos en otras fallas, explicando así los nuevos enjambres sísmicos en la capital mexicana.
«Lo que la gente sí puede hacer es tratar de reforzar las construcciones para evitar que sufran agrietamientos o colapsos derivados tanto de un sismo de magnitud mayor como de los sismos locales. Hay que tomar en cuenta que el hecho de que la magnitud de un sismo sea menor no quiere decir que éste no pueda ocasionar daños severos, porque la liberación de esfuerzos en la falla geológica sucede prácticamente bajo nuestros pies y, por ello, la aceleración sísmica es muy intensa”, indica Quintanar Robles.
De acuerdo con Luis Quintanar, hasta la fecha no se han documentado en Ciudad de México microsismos de una magnitud de más de 3.7.