Agencias, Ciudad de México.- El emblemático Hotel Yugoslavia de Belgrado, que en su día fue un símbolo del progreso en el antiguo estado socialista de Yugoslavia que se desmembró en la década de 1990 y era el lugar de reunión favorito de residentes y líderes mundiales, guarda ahora un inquietante silencio a la espera su probable demolición.

El que fuera uno de los edificios más icónicos de la arquitectura modernista cuando se construyó en los años 60, se ha deteriorado y su futuro está empañado por los debates sobre su importancia histórica y el impulso del desarrollo.

Su fachada blanca, antes pulida y acogedora, muestra ahora concreto agrietado y grafitis. En el interior, los escombros ensucian los suelos de moqueta roja, antaño impolutos, mientras los escasos muebles rotos que quedan dejan entrever la opulencia que llenaba sus habitaciones y vestíbulos. Sillones de terciopelo descoloridos, colchones rotos, cortinas caídas y vidrios rotos son todo lo que queda del lujo que albergó en su día. La suite presidencial, con paneles de madera, donde se alojaban los altos cargos, acoge ahora a las palomas que entran por los cristales rotos.

Mientras la capital serbia enfrenta un crecimiento frenético y a los nuevos rascacielos que salpican su perfil, el destino casi seguro del hotel ha desatado la polémica: unos consideran que es una reliquia que vale la pena preservar y otros visualizan las nuevas posibilidades que surgirán de sus ruinas.

En su apogeo, tras abrir sus puertas en 1969, fue un hotel de cinco estrellas que presumía de tener una de las lámparas de araña más grandes del mundo, hecha con 40.000 cristales de Swarovski y 5.000 bombillas.

Entre sus huéspedes estaban la reina Isabel II de Inglaterra, los presidentes de Estados Unidos Richard Nixon y Jimmy Carter, astronautas como Neil Armstrong y miembros de la realeza belga y holandesa.

El edificio, con unas espectaculares vistas al río Danubio en el distrito de Nuevo Belgrado de la capital, sufrió daños en un bombardeo de la OTAN en 1999 durante una intervención armada contra la sangrienta represión serbia contra los separatistas albanokosovares.

Solo algunas partes del hotel fueron renovadas por completo y siguieron recibiendo huéspedes hasta hace unos meses, cuando inversionistas privados anunciaron sus planes para derribar la estructura y levantar una nueva en su lugar. Se construirán dos torres de 150 metros (500 pies) de alto que albergarán un hotel de lujo, oficinas y apartamentos privados, indicaron.

A la pregunta de por qué el histórico hotel tiene que ser completamente destruido en lugar de incorporarlo al nuevo proyecto, Zivorad Vasic, vocero de los inversores, dio varias razones.

“Una es que durante el bombardeo de 1999 se destruyeron bastantes partes del hotel. En segundo lugar, el sector de la hostelería ha cambiado de forma radical. Cuando ves los hoteles de ahora y cómo eran antes, son completamente distintos”, explicó.

Matija Zlatanovic, un arquitecto y guía turístico que suele llevar a los visitantes al hotel para explicarles su rica historia, apuntó que los planes para el nuevo hotel son “bastante polémicos”, especialmente porque “hay preocupaciones válidas acerca del tamaño de los edificios que se van a levantar aquí”.

“Sigue la tendencia de la torreización de Belgrado y la construcción de rascacielos enormes por todas partes”, añadió. “Y aún no hemos visto el impacto que van a tener en este vecindario”.

Los vecinos que tendrán que vivir a la sombra de los rascacielos proyectados no están contentos. Algunos celebran protestas semanales contra el nuevo proyecto y sostienen que frenarán la demolición con sus cuerpos si es necesario.

Svetlana Gojun, una de las inconformes, dijo que el Hotel Yugoslavia “representa una gran parte de nuestra historia”.

“Medio mundo vino a este hotel (…) actores, músicos, políticos, escritores”, afirmó. “Todo el mundo está vinculado a este hotel. El mundo entero conoce este hotel. ¿Y ahora vamos a permitir que algo así desaparezca?”.