Agencias, Ciudad de México.- ‘Tigre blanco’ es uno de los estrenos más recientes de Netflix, y está acaparando la atención de sus suscriptores. La cinta muestra una poderosa historia que se desarrolla en una India moderna y salvaje —alejándose del cliché de Bollywood— donde la trama oculta un gran peso emocional.

Este drama social disfrazado de parodia está basado en una novela publicada en 2008 que ahonda en la lucha de clases sociales en India pero desde el humor negro y la autoparodia cultural a través de la narración de un sirviente protagonista. El relato que hace el personaje, y a veces rompiendo la cuarta pared, es la narración en voz alta de una carta que él mismo le envía al primer ministro de China detallándole su historia, desde niño en una aldea rodeada de pobreza a su hazaña de haberse convertido en sirviente del terrateniente local, subiendo peldaños como autónomo y hombre de negocios. Sin embargo, no se trata de una historia de superación personal sin más. Aquí se mezclan tantos géneros que los giros y sorpresas son constantes. Por momentos drama social, otros familiar; comedia y parodia; thriller y hasta película de acción. Tigre Blanco es una amalgama de ideas que conforman una receta cinematográfica casi perfecta.

Dirigida y adaptada al cine por una de las grandes promesas del cine independiente y de los directores más aclamados en el selecto circuito de festivales, Ramin Bahrani, la película cuenta incluso con el apoyo de un peso pesado de la industria como Ava DuVernay, que sirve como productora ejecutiva. Ya con ver el nombre de la directora de Enmienda XII y Así nos ven en los créditos tuvo la certeza de que estaba a punto de ver algo de tanta trascendencia social como original. Y no me equivocaba.

Tigre Blanco relata la historia de su protagonista en orden cronológico, con algún que otro salto en el tiempo que aportan aire fresco y momentos de descarga ante secuencias de alta carga dramática. Balram, interpretado por Adarsh Gourav en su debut en un papel estelar, es un joven de la aldea de Laxmangarh a quien su abuela obliga a dejar la escuela para ayudar en el negocio familiar. Allí su destino está marcado desde su nacimiento, vivir en el mismo lugar, trabajar con su familia, casarse y tener hijos. Siempre en la pobreza, siempre dando el diezmo al terrateniente de su aldea, un millonario que ha hecho fortunas en la industria del carbón.

Pero Balram quiere más. Siempre quiso más. Quiere aprender y liberarse, aunque en su mundo la única manera de conseguirlo es esclavizándose como sirviente leal, manteniendo una sonrisa con cada golpe, cada insulto y maltrato. Pero no importa, en su mundo ser chofer del millonario que controla su aldea es un privilegio, aunque la tarea conlleve limpiarle la casa, masajearle las piernas y recibir violencia sin venir a cuento.

Y así se marcha a la ciudad, en un autobús colmado de gente y cabras sin contener su sonrisa como símbolo de la ilusión ante la posibilidad de un futuro diferente. Gracias a su picardía natural Balram logra conseguir el puesto comenzando un viaje personal de autodescubrimiento pero mucho sufrimiento, en donde la frustración y las lágrimas enterradas bajo una sonrisa de fidelidad constante van consumiéndolo por dentro, desatando su venganza y liberación en un acto de violencia emancipadora.

La discriminación y segregación social es tan violenta y evidente que la película cuenta con secuencias de una intensidad dramática absorbente que alcanza su clímax jugando con el humor negro como vía para enmascarar el dolor. La cinta consigue retratar el estereotipo servicial de la cultura india pero transformándolo en algo más, en una realidad anclada en la falta de oportunidades y pobreza. Y lo que consigue su director es una producción de colores tan intensos como su historia, apoyada en la comprometida actuación de todo su reparto, donde también encontramos a Priyanka Chopra, pero apoyándose en la figura de Balram con un Adarsh Gourav sobresaliente.

Tigre Blanco es el cuento de un hombre con ambiciones, atrapado en una realidad social de la que él mismo participa y de la que casi nadie allí en su misma posición tiene escapatoria. Pero él la busca, la encuentra y la desafía.

Una película intensa, de narrativa arrolladora, imágenes envolventes y una banda sonora que te absorbe en este torbellino dramático que contagia energía constante, pero que no deja de invitar a la reflexión sobre la discriminación social y los límites del ser humano. Tigre Blanco es una película a la que no podrás resistirte.