Agencias, Ciudad de México.- Este primero de octubre, por primera vez en la historia de México, una mujer asumió la presidencia: a partir de hoy, Claudia Sheinbaum también se convierte en la comandante suprema de las Fuerzas Armadas del país.
En consonancia con su predecesor, Andrés Manuel López Obrador, la nueva mandataria ha rechazado las acusaciones de militarización en torno a la polémica reforma constitucional, que pone a la Guardia Nacional bajo un mando militar, y ha prometido dar continuidad a la política de seguridad de AMLO.
Militarización: ¿sí o no?
Para Javier Ulises Oliva, doctor en Ciencia Política y profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es importante definir primero el concepto de militarización que, a su juicio, se da «cuando el poder militar presiona al poder civil para obtener ventajas».
En declaraciones a DW, el experto no niega que haya «visibilidad y protagonismo militar» en el país, pero insiste en que los presidentes mexicanos, en su calidad de comandantes supremos de las Fuerzas Armadas, han ordenado las tareas a los militares.
«Sí hay un avance tangible de la influencia de las Fuerzas Armadas en la vida civil, pero todavía no tenemos el nivel de militarización que ha habido en otros países de América Latina, que vivieron dictaduras», matiza, por su parte, el experto en seguridad David Saucedo.
El entrevistado apunta que, hoy día, las responsabilidades de los uniformados ya no solo abarcan tareas de seguridad, sino, por ejemplo, también la construcción de obras de infraestructura o la custodia de puertos y aeropuertos.
Militares, pilar de la 4T
En opinión del analista político Saucedo, López Obrador extendió el poder de los militares para que actuaran como uno de los pilares de continuidad de su proyecto político, la llamada Cuarta Transformación: «No solo fue una necesidad de combatir al crimen organizado con la milicia».
Sobre todo, bajo el Gobierno de AMLO, «vemos el uso de militares para la ejecución de tareas gubernamentales como comunicaciones marítimas, aéreas y terrestres, control migratorio, construcción de infraestructura pública, conducción de actividades de turismo, educación y hasta de salud», detalla, al respecto, Lisa Sánchez, directora general de la organización México Unido contra la Delincuencia (MUCD), quien habla de una «militarización del gobierno civil», puesto que a su juicio «las FF. AA. han cogobernado con las autoridades civiles».
De acuerdo con el proyecto Inventario Nacional de lo Militarizado, en los últimos diez años, al menos en 293 ocasiones se les han transferido a las FF. AA. funciones, presupuestos y responsabilidades que son propias del gobierno civil.
Proceso de militarización
No obstante, la militarización en México, en el sentido de un aumento de la presencia, el poder y las facultades de las FF. AA. respecto a funciones propias de las autoridades civiles, ha sido un proceso gradual.
Después de una exitosa desmilitarización de la política tras la Revolución Mexicana en el siglo XX, a partir de los años 60, los militares empezaron a asumir tareas distintas a la defensa, como el control de drogas y movimientos sociales, explica Sánchez a DW.
La directora general de MUCD también destaca la reforma de 1996 del expresidente Ernesto Zedillo, que permitió a los secretarios de Defensa y Marina participar en el consejo que definía la estrategia de seguridad pública nacional.
A nivel operativo, los uniformados, además, fueron incorporados a las Policías federales que fueron surgiendo: desde la Policía Federal Preventiva de Zedillo hasta la Guardia Nacional de López Obrador.
«Hay un parteaguas en el siglo XXI, que es la declaración de combate frontal al crimen organizado en 2006 por Felipe Calderón», dice la experta de MUCD, y agrega que el expresidente autorizó a las FF. AA. participar en operativos contra la delincuencia organizada, supliendo gradualmente a las fuerzas de seguridad pública.
Reforma de la Guardia Nacional
Con la aprobación de la reforma a la Guardia Nacional, la semana pasada, «la seguridad federal se militarizó totalmente y esa militarización ya se constitucionalizó como permanente», sentencia Sánchez. Agrega que, para revertir este proceso, Sheinbaum tendría que anular los decretos presidenciales de AMLO y conseguir apoyo para una reforma constitucional que requiere dos terceras partes del Congreso y la mitad más uno de los Congresos locales.
A diferencia de la experta en seguridad, que vaticina un futuro «muy peligroso para México en términos de democracia, trasparencia y rendición de cuentas, de derechos humanos y de politización de las Fuerzas Armadas», David Saucedo cree que, con Omar García Harfuch como nuevo secretario de Seguridad Pública, «se va a acotar la presencia de los militares en tareas de seguridad».
El analista político menciona, por ejemplo, que Claudia Sheinbaum va a rescatar para los civiles la custodia de los puertos y los aeropuertos. Además, el Centro Nacional de Inteligencia nuevamente pasará a ser controlado por los civiles.
«Habrá que ver si esto se cumple” prosigue Saucedo, «por lo menos son las intenciones manifiestas del gabinete de Seguridad Pública que hoy toma posesión».