Agencias/Foto- @realmadrid/Ciudad de México.- El Real Madrid estaba casi descartado del título. Había recibido un penalti en contra por una mano que otras veces no se pitó, pero que esta vez sí, y que anulaba otro penalti a favor. El Sevilla regresaba a la pelea por el título tras un partido notable. Y en el tiempo de prolongación, sacando fuerzas de donde no las había para poner cerco al rival, ocurrió el milagro. Eden Hazard, llamado a liderar el ataque blanco con desborde y fantasía, encontró una posición afortunada para desviar un disparo de Kroos que iba fuera. Al fin la suerte sonríe al belga.

Fue un duelo marcado por la fortuna, aunque digan que no existe. Es posible. Pero de alguna manera hay que explicar que un leve resbalón coloque medio pie en posición de fuera de juego y anule una jugada que pudo cambiar el relato al completo. Odriozola, que había puesto un centro modélico a la cabeza de Benzema, se quedó sin su asistencia, y el Madrid, que necesitaba ganar y le cuesta horrores marcar un gol, cedió la iniciativa. Porque el Sevilla, que había arrancando mandando sin discusión, respondió explotando su juego aéreo, con un centro de Navas que Rakitic amortiguó con la cabeza y Fernando resolvió como si fuera Lewandowski: recorte y a la jaula. Del 1-0 al 0-1. Jugada originada, por cierto, en una falta que Casemiro protestó como si no fuera. Tanto que vio la amarilla. Peor, imposible.

Zidane quiso reforzar el centro del campo en su asalto al liderato. Metió a Valverde, pero como suele ser habitual con el uruguayo se colocó en banda, y ahí pierde influencia. Se le vio menos que a Odriozola, beneficiado por la dificultad de Ocampos para seguir a su par. El gol sevillista pintó un decorado idóneo para el contragolpe, aunque la apuesta inicial de Lopetegui, con Papu Gómez como falso 9, dejó fuera a En-Nesyri, el delantero perfecto para buscar balones largos. Así que el Madrid tuvo menos preocupación para lanzarse hacia el empate. Vinicius fue el atacante más activo, desde banda izquierda, pero le faltó temple para cerrar las jugadas. Llegó con frecuencia el equipo local, pero sin exigir demasiado a Bono, a pesar de las dudas de los centrales hispalenses en la salida de balón.

Como si hubiera en el vestuario un tanque de energía, el Madrid fue a más tras el descanso. A pesar de una incursión inicial de Acuña que cruzó su remate tras marcarse una ruleta ante Valverde, los locales se instalaron en campo contrario asfixiando al rival. Disparó desde lejos Modric apurando a Bono, y los laterales entraron sin descanso. Especialmente Marcelo, que había acabado el primer acto cojeando.

La acumulación de errrores en la salida sevillista también favoreció el agobio local. Rakitic, Fernando y Jordán no encontraban vías de escape a campo ajeno, ni siquiera para tejer una jugada larga que permitiera descansar con la pelota. Entró En-Nesyri para fijar una referencia. Funcionó a medias. Sí que cambiaron el decorado las susticiones blancas, Asensio y Miguel Gutiérrez por Modric y Marcelo. En la primera acción, Marco entró por derecha, lo detectó Kroos y resolvió con un zurdazo perfecto junto al palo.

El empate estimuló al Madrid, aunque la amenaza sevillista mantenía el partido abierto. Tanto que en una sola jugada se decantó el duelo, y quién sabe si LaLiga. Botó un córner el Sevilla, la pelota tocó en el brazo de Militao, sacó Vinicius la contra para Benzema que encaró a Bono y le sacó el penalti. González González revisó la mano en el VAR y mandó al monitor a Martínez Munuera. El contacto era evidente. Como aquel de Felipe en el derbi que se dejó pasar. De espaldas. Pues lo que entonces no fue penalti, esta vez sí. Rakitic transformó la pena máxima con limpieza. Si el Sevilla bramaba contra los arbitrajes, puede que con razón, entenderán que ahora los blancos se quejen.

El Sevilla trató de enfriar el tramo final con los cambios. El Madrid se fue arriba sin encontrar muchas opciones claras. Bueno, una tuvo Hazard, solo en derecha, pero ni controló. Era el fiel reflejo de su temporada, pero el Madrid es capaz de sacar de donde no hay. En pleno acoso y derribo blanco, Kroos buscó el disparo lejanísimo, con potencia. En el camino se cruzó Hazard, tocó levemente y desvió lo justo para despistar a Bono. Empate que pudo ser victoria con un remate final de Casemiro, junto al poste. No lo fue, aunque el punto obliga al Atlético a no fallar. El Madrid no se rinde. Honor a los blancos y a un Sevilla a la altura de los más grandes