Agencias, Ciudad de México.- El estilista Kim Jones rindió homenaje el viernes en París a la figura del artesano con un desfile desenfadado para Dior Homme, con zuecos, ropa cómoda y estampados de dibujos casi infantiles, en una pasarela llena de gatos de cerámica gigantes. Jones quiso mezclar «lo hecho en casa y el taller, lo global con lo local» para este desfile, para el que apeló a la obra de un desconocido ceramista sudafricano de 83 años.
Las siluetas son a la vez escultóricas y prácticas, con pantalones anchos, camisetas sin mangas, tricot o chaqueta de trabajo. La ropa tiene un toque años 1950, con acabados brillantes.
El cabello está engominado hacia atrás, y la loza se convierte en prenda, con sobrecuellos de porcelana y una chaqueta acolchada corta estampada con «azulejos» portugueses. En cuanto a los cortes, predomina el redondeado, suave, como las inmensas esculturas de gato que se pavonean en medio de la pasarela instalada en los jardines de Val de Grâce, en París.
La luz naranja evoca un regreso despreocupado de la playa, acorde con la paleta del desfile: amarillo pálido, marrón, verde y pasteles pop. «Quería mantener las cosas ligeras, optimistas porque el mundo es bastante oscuro en este momento», declara en su estudio Kim Jones, durante un encuentro con la prensa antes del desfile.
Después de un maratón de 66 colecciones en seis años, el creador de 50 años aparece relajado, vestido con shorts, zapatillas y un suéter con capucha verde, y reconoce haber encontrado su ritmo en Dior. «La idea siempre es sumergirse en los archivos y jugar un poco con ellos, eso es lo que se vende», explica el creador, quien siempre asume el aspecto comercial de sus líneas y habla abiertamente del «cliente», en cada frase.
Como suele ser el caso en Dior Homme, se presta atención al calzado.
Esta temporada, el zueco, calzado por excelencia del artesano, se reinventa en madera de haya y cuero de becerro, con una enorme suela tachonada para alejarse, según el comunicado, «de los clichés». En cuanto a los accesorios, Dior recupera su ‘best seller’ de 25 años, el bolso «Saddle» oblicuo, y los chicos Dior llevan todos un intrigante sombrero en forma de campana, que podría parecer de inspiración indígena.
Tejido al ganchillo, con perlas de fantasía de colores, es una realización de artesanos sudafricanos que viven cerca del ceramista Hylton Nel. Este ceramista «no es conocido, pero lo admiro y quería rendirle homenaje», afirma Kim Jones sobre su amigo, de quien colecciona en su casa londinense platos y esculturas. La imaginería de Hylton Nel, con dibujos casi naïf e infantiles, ya impresa en sudaderas que se venderán en las tiendas Dior del mundo, se encarna en un pequeño perro azul lindo y sonriente.