Agencias, Ciudad de México.- Las comunidades indígenas ecuatorianas shuar, sapara y Kichwa se han convertido en un ejemplo de conservación del pulmón del mundo, como también se conoce a la Amazonía, gracias a iniciativas para proteger sus territorios, amenazados, especialmente, por la extracción de petróleo y oro.
Así lo señalaron este miércoles la Fundación Pachamama y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, en inglés), que han realizado estudios en tres comunidades por su fortaleza para defender sus territorios, pero que son frágiles ante las amenazas extractivistas y sus efectos.
Con las «historias de defensa» buscan visibilizar iniciativas de conservación basadas en el ejercicio propio de la autodeterminación de los derechos colectivos de los pueblos y nacionalidades indígenas en el norte, centro y sur de la Amazonía.
Esteban Falconí, de WWF, dijo a EFE que algunos de los proyectos turísticos de las comunidades «están amenazados por derrames de petróleo», lo que conlleva problemas de salud y falta de agua.
«Ni siquiera pueden recolectar agua de la lluvia porque también está contaminado el aire con el gas de los mecheros (de la industria petrolera)», dijo antes de comentar que «por suerte» en uno de los ríos cercanos a una comunidad no hay oro, pero en otros, los indígenas denuncian una extracción indiscriminada del mineral, destrozando la naturaleza.
Cristina Melo, asesora legal de Pachamama, comentó a EFE que «al Estado no le suele gustar que otras comunidades, instituciones u organizaciones declaren áreas protegidas, porque se cree que el monopolio de la conservación tiene que estar en el Estado» pese a que ésta tiene varios actores y deben reconocerse distintos sistemas de gobernanza y de gestión comunitaria de la tierra.
Los Llanchamacocha enfrentan amenazas persistentes de actividades extractivistas, problemas de seguridad alimentaria y la posible pérdida de su cultura y lengua.
A través de la declaración de Kamunguishi, una guía para enfrentar la crisis ecológica y para dejar el crudo en el subsuelo. Los sapara muestran al mundo la necesidad de un cambio de paradigma que vea al ser humano como parte integral de la naturaleza.
Kamunguishi, una reserva de biodiversidad declarada, protegida y defendida por los saparas, es una de las áreas mejor conservadas de la Amazonía ecuatoriana.
Los saparas consideran a Kamunguishi como su universidad espiritual, su templo en el bosque, un sitio sagrado.
Comuna Kichwa Sani Isla
Sani Isla enfrentan una grave contaminación ecológica debido a la actividad petrolera en el Yasuní, donde el acceso a agua limpia se ha convertido en un desafío crucial. A pesar de las presiones constantes, la comunidad ha implementado proyectos como Sani Lodge y Sani Warmi para proteger su tierra y preservar su identidad cultural, continuando su lucha por la protección de la Amazonía.
Y aunque viven en «la zona de más agua del mundo, Sani Isla no tiene agua limpia y consumible», se lamentó Melo.
En el sitio, WWF ha identificado «interesantes» formas y prácticas de conservación y defensa del territorio, mientras Pachamama apoya procesos de defensa territorial, de derechos colectivos y de la naturaleza.
Centro Shuar Kiim
El Centro Shuar Kiim enfrenta los graves efectos ecológicos y sociales de la minería regulada e ilegal, en el río Yacuambi y sus afluentes. Sin embargo, con más de 22 años de historia de defensa territorial, la comunidad logró el reconocimiento de Tiwi Nunka, la primera área protegida gestionada por pueblos indígenas en Ecuador.
Ahora se enfrenta a la necesidad de coordinar esfuerzos para seguir protegiendo su territorio, esencial para su identidad cultural, espiritual y para el equilibrio ecológico de las cordilleras circundantes, según Pachamama y WWF.
Los tres estudios destacan el aporte esencial de las comunidades en la implementación de políticas climáticas globales, a pesar de las amenazas constantes que enfrentan por políticas estatales contradictorias, pues mientras promueven la protección de la selva, simultáneamente expanden las fronteras extractivas en la región, anotaron.